¿Se puede medir la innovación? Y si no se pudiera… ¿cómo sabremos si estamos innovando mucho o poco?
Es más, …¿cómo vamos a persuadir a quien concede los presupuestos para innovación para que siga poniendo dinero si no podemos demostrarle con datos algún tipo de rentabilidad?…¿de qué forma convenceremos a quien cede personal para trabajar en equipos de innovación de que el esfuerzo vale la pena?
Esta semana asistí a una conferencia organizada por el IESE para sus antiguos alumnos. No podía faltar teniendo en cuenta que el tema era la “Cultura de las empresas más innovadoras del mundo” y que la impartía uno de mis profesores favoritos en la casa: Joaquím Vilá.
Una charla interesante en la que me alegró comprobar la importancia que se concedió a dos conceptos relacionados con la innovación que considero básicos (como efectivamente comprobaréis en mi post de la semana pasada): sistemática y orientación a resultados. Tanta fue la insistencia que me atrevería a afirmar que “sistemática” es la palabra más se repitió.
Sin embargo, durante la conferencia no se habló de la medición de resultados, pieza imprescindible si queremos que la sistemática y la orientación a resultados tengan sentido en un contexto empresarial, y así se lo comenté a Joaquím al finalizar la charla.
En términos de la Innovación por Objetivos, necesitamos indicadores que den retorno y cierren el ciclo de la innovación. De esta forma sabemos cuánto hemos conseguido y si hemos alcanzando los objetivos …o si necesitamos seguir buscando innovaciones para alcanzar nuestras metas. En definitiva, sabemos si la innovación está realmente funcionando más allá de las buenas intenciones o las palabras.
La medición sistemática de los resultados de la innovación es por tanto la pieza clave que permite convertir el proceso de generación de innovaciones en un ciclo que podemos correr una y otra vez.
Tiene además una ventaja fundamental a la hora de implementar un sistema de innovación en una compañía, y es que nos permite “justificar” los beneficios del sistema de innovación cuando este se encuentra con las trabas e inconvenientes propios de la resistencia al cambio y de los procesos “paralelos”. En este sentido se puede decir que, si los objetivos son el motor del ciclo de innovación, la medición de resultados es el lubricante que reduce las fricciones.
En el próximo post veremos la naturaleza de los indicadores que debe incluir un Cuadro de Mando de la Innovación.
Muy interesante tu comentario Juan. Es verdad y muy importante el poder medir los resultados de un proceso como es la innovación corporativa. Medir el impacto de los proyectos de innovación debe ser parte del proceso, quizás asimilado a la etapa de control del proceso administrativo.
Felicitaciones,
Carlos F. Peña
Muchas gracias por tu comentario, Carlos.
Creo que uno de los temas más críticos para que un Cuadro de Mando de la Innovación funcione es facilitar al máximo el momento del registro de los datos y eliminar sus aspectos burocráticos tanto como sea posible. Una forma es diseñar un proceso de registro «fluido» para un momento determinado, como entiendo que sugieres.
Otra forma es integrar el proceso de registro en el propio proceso de innovación de forma que aquél se convierta en un proceso distribuido que se «auto-ejecute» en el momento en el que es natural hacerlo.
Precisamente en eso he estado trabajando en los últimos años, e incluso en automatizar completamente cierta clase de indicadores.
Un saludo,
Juan