¿Pueden compararse unas vacaciones con la gestión de la innovación? En realidad pueden compararse con cualquier proceso y puestos a comparar que sea con algo agradable. Todo para dar respuesta a ciertas dudas que Michel me comentaba: ¿medir el proceso por el que producimos innovaciones es realmente parte de la medición de la innovación?
Digamos que realizas un viaje de vacaciones. Tu intención es coger un avión hasta Milán y luego alquilar un coche para ver algunas ciudades de la Toscana y estar unos días en Florencia. Tu objetivo: pasar buenos momentos disfrutando de la arquitectura de la zona y del ambiente en las calles.
¿Cómo mides los resultados de este “proyecto”? Quizá con un check-list de sitios que te gustaría visitar. Quizá también con la sensación de si has salido suficientes veces a cenar, a perderte por las calles o a sentarte en una terraza a ver pasar la gente. Quizá con la colección de fotos que te recordarán dónde estuviste.
Esta monitorización de los resultados puede ser muy formal, como una lista detallada de monumentos, o del todo informal, como la sensación de si te lo estás pasando bien, pero siempre la hacemos. Normalmente esto es lo que entendemos por “medir” cuando hablamos de medir un proyecto de innovación o de otro tipo.
Sin embargo hay ciertas cosas que deberemos tener mucho cuidado en monitorizar si queremos obtener esos buenos resultados de nuestras vacaciones.
Más nos vale, para empezar, que al llegar al aeropuerto “monitoricemos” el número de vuelo, el horario y la puerta de embarque o nuestro proceso vacacional acabará nada más comenzar. Ya en Milán y con nuestro coche de alquiler, convendrá “chequear” que hemos tomado la autopista A1 si queremos llegar a Florencia, y si desde allí nos acercamos a Pisa habrá que vigilar los indicadores de la A11. Además, como el presupuesto no suele ser precisamente ilimitado, iremos midiendo cómo van nuestros gastos, no sea que se acabe la financiación antes de hora y tengamos que renunciar a algunas excursiones y “resultados”.
En el ejemplo de las vacaciones, este control suele ser más formal que el de los “resultados” y en cualquier caso también lo realizamos siempre. Dicho sea de paso, si contamos con la ayuda de software y sistemas de la información mucho mejor, como por ejemplo los paneles de información del aeropuerto o un navegador para el coche.
Naturalmente no nos vamos hasta Florencia para medir estas cosas, verdad? …pero lo hacemos para poder disfrutar del viaje, para obtener los resultados.
Del mismo modo, un sistema de gestión de la innovación deberá medir tanto los resultados como la buena marcha del proceso. Lo primero para cuantificar nuestros logros y lo segundo para cuidar que el procedimiento que producirá dichos logros funciona correctamente. Esto naturalmente es común a muchos otros procesos, y lo particular de cada uno son los indicadores concretos que se utilizan y cómo se miden.
A estos últimos les llamábamos en el post anterior Indicadores Inductores, precisamente porque inducen un proceso adecuado y la obtención de resultados. Son los que utilizamos para gestionar la innovación en el día a día. Algunos de ellos son el porcentaje de participación, el caudal de ideas o indicadores de desempeño.
Si ambos tipos de medidas son recomendables en cualquier proceso, en la generación de innovaciones son casi imprescindibles, especialmente en empresas que están introduciendo la gestión de la innovación o son relativamente jóvenes en este aspecto.
Podemos llamarle medir, monitorizar o lo que más nos guste. No importa el nombre que le demos, sino que lo hagamos.
Sigo estando de acuerdo contigo sobre la necesidad de monitorizar, y sigo discrepando sobre llamarlo medir.
No importaría llamarlo como más guste si todo el mundo aceptara que las palabras no tienen más significado que el que le da cada uno, si no fuera que para los ingenieros de la empresa, medir es medir, y no otra cosa.
En cuanto a innovación se refiere, puede que no sea un matiz fundamental, pero sí lo es en gestión de personas y el afán de querer traducirlo todo a números llega a absurdos contraproducentes.
Pero monitorizar me gusta mucho, y con permiso, adopto esta forma de expresarlo.
Soy también partidario de un uso específico del lenguaje. Usar determinados términos permite incluir en una palabra no solo toda una explicación sino también los matices e incluso información del entorno de uso. Economía del lenguaje.
El problema surge cuando un mismo termino tiene significados muy precisos pero diferentes en diversos contextos de un mismo “universo”, como suele pasar con muchos términos usados en diversos contextos del mundo empresarial.
“Medir” efectivamente puede significar cosas muy diferentes según el área de trabajo de cada persona, estoy totalmente de acuerdo. En ese sentido, es un error empeñarse en imponer un término concreto a determinados entornos cuando esa misma palabra tiene ya allí un significado diferente. Esto crea confusión y rechazo.
“Monitorizar” es en cambio una palabra que expresa muy bien el concepto y que no tiene el problema de “medir”.
Me parece muy ilustrativa la analogía vacacional.
Por cierto bonita foto de florencia.